sábado, 19 de septiembre de 2015

ESA PESADILLA



 Busqué entre todas las palabras, 
las que mejor se adaptaran, 
a los momentos presentes, 
al futuro impredecible. 
Salí a la calle a buscar
una sonrisa en los niños, 
unas frases de esperanza,  
y los momentos de paz. 
Encontré caras muy tristes, 
la pobreza en las esquinas, 
la corrupción embarrada  
en la mente y corazón. 
El hambre en todas las casas, 
la delincuencia extendida, 
la inocencia de aquel tiempo,  
se había perdido también.  
Perseguí sueños muy locos, 
canté odas de alegría, 
toqué las almas afligidas  
y repartí mil abrazos. 
Nada daba resultado,  
todos parecían fantasmas, 
unos iban por un lado 
o estáticos se quedaban.
Clamé a los dioses del cielo, 
una lluvia de esperanzas, 
un consuelo al desolado 
y mucha fe para ellos. 
Los zombis seguían andando 
ciegos ante el infortunio, 
mecanizados sus pasos 
y muerto su corazón. 
Lloré con mucha amargura, 
no entendía este nuevo mundo.
¿Dónde quedaron las risas?
¿Dónde quedaron los juegos?
Solo quería un gran milagro, 
que regara las conciencias, 
que despertaran los muertos  
que se estaban consumiendo.   
De pronto se hizo la luz, 
las tinieblas se alejaron, 
comencé a mirar sonrisas 
en los niños que pasaron.
Escuché un canto lejano,  
un canto para la paz, 
lo entonaban los chiquillos 
que volvieron a jugar.
Desperté sobresaltada,  
solo fue una pesadilla, 
los niños siguen jugando 
en su mundo de esperanzas.
Solo falta que los adultos despierten, 
que reconstruyan el mundo, 
que laven bien sus conciencias 
para volver a empezar.

                 Cleotilde Gordoa De la Tejera

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