La Palabra, es hija de la Paz, no hay Madre más
grande que la Paz
Aquella que podemos albergar en nuestro corazón,
que se ilumina desde el alma
ajustada a derecho de nuestros valores
Cuando la Palabra es dicha con profundidad,
trasciende fronteras, mares y cordilleras
y llega a nuestros semejantes, no es necesario que
esta sea susurrada suavemente
para entregar un mensaje que vaya en apoyo a los
anómalos comportamientos
La palabra es dócil y también tenebrosa. Hay
palabras que matan el deseo de atesorarlas
Hay palabras que se dicen sin pensarlas,
superficialmente, esas, no valen tanto, pero a veces causan daño
Hay palabras que tejen un sin número de
interrogantes, entonces, es necesario abordarlas con paciencia
para poder extraerles el sentimiento.
Hay palabras de amor, ese amor desde el alma, que
nunca mueren y no las hará desaparecer el tiempo
por ello es bueno sembrar esas palabras , para
luego cosecharlas.
Hay palabras desesperadas, que buscan soluciones,
ahí, estamos los de fácil palabra, para entregar
el apoyo necesario a estas tribulaciones del diario
vivir. Hay palabras que debemos almacenar en un rinconcito cálido
para cuando tengamos esa soledad, tempere nuestro
espíritu.
Hay palabras de amor que quedan estampadas en
nosotros, que nos hacen llorar cuando estamos solos
recordando aquel beso, esa caricia, ese abrazo, de
ella, de él, de cuando las susurró a nuestro oído.
Hay palabras negras, que hay que blanquear y hay
palabras blancas que hay que perdurar
Hay palabras que no se olvidan, esas son, las que
hay que atesorar.
Alfred Asís
Isla Negra
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